La Junji sitúa a los niños y niñas al centro del proceso educativo y reconoce sus derechos, características y particularidades asumiendo la diversidad como un valor que guía una educación de calidad. Desde este sentido demanda un proceso educativo que se centre en el reconocimiento de la diversidad como componente esencial de la equidad y la justicia social.
“Las niñas y los niños tienen un papel activo y participativo en todo aquello que aprenden, a través de la exploración, el juego, la iniciativa y la experimentación, otorgando sentido a sus propias experiencias y desarrollando todas sus capacidades. Para que este proceso ocurra deben garantizarse las oportunidades de aprendizaje a través de la implementación de ambientes de interacciones positivas y bien tratantes que resguarden su integridad, su libertad y su bienestar integral”.
Por tal razón, la institución concibe al niño y la niña como una persona íntegra que actúa, se relaciona y aprende desde su corporeidad y movimientos, desde sus emociones y cognición, desplegando e involucrando simultáneamente múltiples dimensiones de su desarrollo y aprendizaje.