Los niños del jardín te cuentan sus experiencias
Desde la ventana del Jardín Infantil alternativo “Valle del Sol”, los niños y niñas tienen vista al cerro Cayumanqui, el más alto de la comuna de Quillón, región del Ñuble. Un día, ellos se sorprendieron de que su cerro estuviera humeando.
Los frecuentes incendios forestales y la contaminación fueron un motivo de preocupación para los párvulos, pero gracias al ingenio del equipo educativo conformado por Miriam Escobedo Martínez y Soraya Ceballos Vera, este malestar pasó a ser fuente de motivación y entusiasmo por aprender.
Así fue como surgió el proyecto “Rescatando nuestro bosque nativo”; el cual que fue recientemente premiado por el concurso “Mi Patio es el Mundo”, de la Fundación Arcor y la Organización Mundial para la Educación Preescolar, OMEP. El objetivo del concurso es premiar proyectos creativos e innovadores en Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), que incluyan la promoción de prácticas integrales que consideren la dimensión social, ambiental y económica, enfatizando las posibilidades de cambio y mejora y promoviendo la participación de los miembros de la comunidad educativa, siendo los niños y las niñas sus principales protagonistas.
“Queremos destacar la entrega y el compromiso de este equipo pedagógico que logró ofrecer a las niñas y niños oportunidades de aprendizaje con sentido hacia una educación sostenible”, manifestó Selma Simonstein, presidenta del Comité Nacional Chileno de la OMEP, quien detalló que en febrero de 2020 esperan presentar el proyecto en la 11° competencia anual premio Educación para el Desarrollo Sostenible.
300 botellas para construir
La inquietud inicial por la reducción que está sufriendo el bosque nativo por los incendios forestales y la contaminación que se propaga en Quillón, pasó a ser fuente de motivación para esta comunidad educativa, que en poco tiempo construyó un invernadero y vivero hecho solo con materiales reciclados. En total, juntaron más de 300 botellas de plástico que reutilizaron para —en equipo— construir estos espacios. De hecho, fueron los propios niños y sus familias quienes separaron y clasificaron las botellas para luego hilarlas unas con otras formando las paredes del vivero e invernadero.
En paralelo, Miriam y Soraya hicieron contacto con las redes vecinales como la Municipalidad y Conaf para la recolección de semillas y donación de árboles nativos, que comenzaron a cultivar en el jardín infantil. Y en corto plazo quieren pasar a la siguiente etapa: plantar los nuevos árboles en el cerro Cayumanqui y seguir involucrando a la comunidad con su entorno natural.
“Estamos ideando subir todos juntos el cerro y quienes tengan mascotas, llevarlas y ponerles un saquito de semillas en el collar a sus perros, para que cuando corran por el bosque esparzan las semillas”, cuenta entusiasmada Miriam.
Otra acción que están planificando es enseñar a los niños y niñas a conocer y diferencias las hierbas medicinales que crecen casi espontáneamente en el sector. Gracias a una campaña para que la comunidad done plantitas, hoy están cultivando manzanilla, tomillo y menta, entre otras especies, las que luego transformarán en té y regalarán a los vecinos y familias en envases de vidrios reutilizados pintados por los mismos niños. Todo un círculo virtuoso.
“Se pone en evidencia el buen trabajo que hace nuestro jardín acercando a los niños y niñas a la conservación de la naturaleza. Este premio viene a fortalecer esta iniciativa donde los niños reciben formación para aprender a cuidar la naturaleza. Han aprendido utilizar fertilizantes orgánicos, a reciclar y reutilizar. El siguiente paso es la captura de las aguas residuales de la cocina, la cual se transformará para regadío dentro de sus cultivos”, explica el director regional de Junji Ñuble, David Cid.
“Nuestro sueño es seguir construyendo aprendizajes sobre educación y sustentabilidad para que toda la comunidad de Quillón, desde los niños y niñas esperamos que todos tomen conciencia sobre el rescate a la identidad y entorno natural”, expresa Soraya.